miércoles, 12 de mayo de 2010

LA CONSECUENCIA DEL PECADO.


¿Podría algún otro más que Jesucristo reparar los desórdenes que el pecado había ocasionado?

Solamente era capaz de reparar al hombre, el mismo poder y la misma mano que lo había creado. El hombre, como un vaso de barro pudo caer de las manos de su artífice, y quebrarse, pero el no se puede reparar a sí mismo con sus propias fuerzas.
Es necesario que Jesucristo haya reparado los desórdenes a través de su Sangre para regresar al hombre a su primera belleza y amasar de nuevo el barro.
Ha sido necesario que lo renueve, adornándolo de su santidad, de su justicia y de su verdad. El hombre se renueva, dice el apóstol, revistiéndose del hombre nuevo, según la imagen de aquel que lo ha creado.

Colosenses 3:9-10 "No mintáis los unos a los otros, habiéndoos despojado del viejo hombre con sus hechos, y revestido del nuevo, el cual conforme a la imagen del que lo creó se va renovando hasta el conocimiento pleno, donde no hay griego ni judío, circuncisión ni incircuncisión, bárbaro ni escita, siervo ni libre, sino que Cristo es el todo, y en todos".

Nuestras miserias son los suficientemente grandes para que puedan repararse por otro que no sea Jesucristo y su gracia.

¡¡¡ porque la realidad es que ni la razón del hombre con todas sus luces, ni la ley con todas sus ceremonias, todos sus sacrificios y todos sus preceptos,ni las criaturas que viven en la tierra, ni los ángeles del cielo han podido reparar los desórdenes que ha ocasionado el pecado !!!!

La razón vana y orgullosa era muy débil para esta grande obra; ella ha podido conocer alguna parte de las miserias del hombre pero jamás ha podido repararlas. Ciega por el pecado ha podido conocer alguna parte de sus obligaciones, más esclava de sus pasiones, jamás ha podido vencerlas.

La ley no ha sido más poderosa; ella es, según Pablo, la que da el conocimiento del pecado pero no ha podido curarlo.
Romanos 3:20 "ya que por las obras de la ley ningún ser humano será justificado delante de él; porque por medio de la ley es el conocimiento del pecado".
En realidad, las ceremonias de la ley han sido tan impotentes como la ley misma.
Hebreos 10:4 "porque la sangre de los toros y de los machos cabríos no puede quitar los pecados".
Era necesario que Jesucristo, derramase el vino y el aceite de su gracia para curarnos.
Los levitas y los sacerdotes habían visto al hombre en sus miserias, pero inutilmente y sin darles la ayuda que necesitaban.

El hombre después de que se separó de Dios buscaba su propia paz y felicidad,pero en lugar de encontrarla, consiguió hacerse más infeliz y más inquieto, más ciego, más corrompido, y más débil de lo que estaba antes, porque en la "justicia" del hombre no mora el bien.

2 comentarios:

Ginés dijo...

Gloria a Dios por enviar a Jesucristo en rescate por nosotros!. Dios te bendiga Lydia y te siga usando.

Sana Doctrina dijo...

Gracias Gines! Que Dios te Bendiga a ti también y gracias por comentar,un abrazo!