martes, 28 de octubre de 2008

El hombre miserable se separó de Dios

Solamente era capaz de reparar al hombre el mismo poder y la misma mano que lo había creado.El hombre como un vaso de barro, pudo caer de las manos de su artífice y quebrarse, pero él no podía repararse ni volver a su primer estado por sí mismo: ha sido necesario que Cristo lo haya amasado por segunda vez con su Sangre para devolverlo a su antigua belleza.
Ha sido necesario que lo renueve, adornándolo de su santidad, de su justicia y de su verdad.
El hombre se renueva, dice el apóstol Pablo, revistiéndose del hombre nuevo, según la imagen de aquel que lo ha creado.
Colosenses 3:10-11 "y revestido del nuevo, el cual conforme a la imagen del que lo creó se va renovando hasta el conocimiento pleno, donde no hay griego ni judío, circuncisión ni incircuncisión, bárbaro ni escita, siervo ni libre, sino que Cristo es el todo, y en todos".
Nuestras miserias son muy grandes para que puedan repararse por otro que no sea Jesucristo y por su gracia.Porque ni la razón del hombre con todas sus luces, ni la ley con todas sus ceremonias, todos sus sacrificios, todos sus sacramentos, todos sus preceptos, todas sus amenazas, todas sus promesas, ni las criaturas que viven sobre la tierra, ni los ángeles del cielo, han podido reparar los desórdenes que ha ocasionado el pecado.
La razón vana y orgullosa, era muy débil para esta grande obra: ella ha podido conocer alguna parte de las miserias del hombre, pero jamás ha podido repararlas.Ciega por el pecado ha podido conocer alguna parte de sus obligaciones,pero esclava de sus pasiones, jamás ha podido vencerlas.
Romanos 3:20 :"ya que por las obras de la ley ningún ser humano será justificado delante de él; porque por medio de la ley es el conocimiento del pecado".
Los sacrificios y ceremonias de la ley han sido tan impotentes como la ley misma:
Hebreos 10:4:"porque la sangre de los toros y de los machos cabríos no puede quitar los pecados".
Era absolutamente necesario que el verdadero Samaritano derramase el vino y el aceite de su gracia sobre nosotros y sobre nuestras llagas para curarlas.
Los levitas y los sacerdotes habían visto al hombre en sus miserias, pero inútilmente, no pudieron darle el socorro que necesitaban.
Las criaturas, lejos de haber reparado al hombre lo ha enflaquecido más.Después que se separó de su Dios , buscaba su gozo y paz en el uso y goce de ellas, pero en lugar de encontrar la paz y la felicidad que había perdido, consiguió hacerse más infeliz más inquieto, más ciego, más corrompido, y más débil de lo que estaba antes.



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